jueves. 22.05.2025

Seguramente has notado la polémica actual en torno a los grandes festivales musicales. Y no hablamos solo del cartel o el precio de la cerveza. La conversación ha girado hacia algo mucho más profundo: el impacto ético de quién está detrás del dinero que los organiza.

Y ahí entra el famoso fondo de inversión KKR. Sí, ese mismo que ha estado en el ojo del huracán por su vinculación con empresas acusadas de apoyar políticas de ocupación en Palestina.

El poder de la presión ciudadana (y de los artistas)

Lo que comenzó como una campaña de boicot impulsada por periodistas y artistas se ha convertido en un auténtico movimiento social. Cada vez más bandas dicen "no" a tocar en eventos financiados por capital procedente de KKR. Pero lo más llamativo es que esta presión ha empezado a tener consecuencias más allá del escenario.

Los ayuntamientos están empezando a reaccionar. Algunos ya han anunciado que rompen relaciones con promotoras musicales asociadas a este tipo de fondos. Un ejemplo claro es el Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid, que ha decidido cancelar futuras colaboraciones con una promotora participada por KKR. El mensaje es claro: no todo vale por dinero.

Los ayuntamientos toman posición: un antes y un después

No solo Rivas ha tomado medidas. En otros municipios como Villarrobledo, el debate ya ha llegado a los plenos municipales. Grupos políticos y plataformas ciudadanas exigen auditorías éticas de los contratos y que se revise cualquier colaboración pública con eventos financiados por fondos con intereses cuestionables.

Este tipo de decisiones marca un punto de inflexión. No es solo una cuestión de música o política internacional: es una conversación sobre qué tipo de cultura queremos apoyar con dinero público y a qué valores debe responder.

¿Y los festivales? ¿Cómo responden?

Por ahora, la mayoría intenta capear el temporal con comunicados bastante tibios. Algunos han expresado una vaga “condena a la violencia” o apoyo “a las víctimas civiles”, pero esto no ha convencido ni a los artistas ni a la mayoría del público.

Mientras tanto, festivales como Viña Rock o Sónar siguen enfrentando cancelaciones, protestas en redes sociales y una presión creciente para cortar vínculos con empresas relacionadas con KKR. Y si algo está quedando claro, es que ya no se puede seguir ignorando la procedencia del dinero en la industria cultural.
 

La presión social comienza a dar sus frutos: Los ayuntamientos se desmarcan de los...
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