viernes. 19.04.2024

La ciudad catalana es desde hace años una de las capitales mundiales del graffiti y el street art. Un título que se ha ganado a pulso, debido no solo a la cantidad de expresiones artísticas que acoge, sino por ser también la residencia de muchos de los artistas más famosos del planeta en esta área. 

Desde artistas locales como Pez, Aryz, a artistas extranjeros que han tenido a bien mudarse hasta sus calles atraídos por todo este ambiente como Miss Van, la acumulación de artistas de renombre, sean mainstream o más underground es enorme. 

Barcelona siempre ha sido propensa a ser un campo fértil para la cultura y el arte. Partiendo desde la arquitectura de Gaudí, la ciudad aúna una localización clave, y acumula abundante infraestructura para el desarrollo de las artes. 

El famoso mural de Keith Haring en el Macba
El famoso mural de Keith Haring en el Macba

La declaración de guerra

En este contexto, la llegada del graffiti y posteriormente del street art, encontró el ambiente perfecto para asentarse y extenderse. La ciudad además se mostró favorable a este crecimiento, debido a un carácter alternativo y una búsqueda de nuevas expresiones e innovaciones artísticas en la que este nuevo formato arrasó claramente. 

Esta postura favorable era también inclusiva con las instituciones, no partía solamente a nivel social, ya que se buscaba alcanzar ese título de "reino del arte". Sin embargo, parece que, como todo, esta actitud favorable ha llegado a su fin. 

Hace apenas unos días, la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, anunciaba un incremento en los gastos que el ayuntamiento de Barcelona destinará a la limpieza de las piezas artísticas ilegales en los muros de la ciudad. Esta medida irá acompañada de un aumento de la vigilancia y presión por parte de la Guardia Urbana sobre los artistas. 

Realmente, del comunicado se desprende que este llamamiento, al final del grafitti en la ciudad, nace de la confusión entre lo que es y no es arte. 

La motivación del ayuntamiento para dar este paso adelante se encuentra en las abundantes quejas por parte de la ciudadanía, ya que al parecer en los últimos años ha aumentado el número de pintadas en escaparates, fachadas, y demás lugares públicos e inmuebles catalogados. Algo comprensible, en verdad. 

El riesgo tras estas decisiones

Sin embargo, el peligro tras estas medidas es el de siempre: La confusión entre grafitis y pintadas, puesto que las medidas propuestas por parte de Colau para el control de la situación en Barcelona seguramente afectará a la actividad de los artistas barceloneses. Esta indiferenciación entre conceptos, que hemos visto ya anteriormente, y que nace en muchos casos de la falta de información. 

No hace mucho, la alcaldesa tuvo que disculparse tras ser borrados varios murales con contenido crítico hacia el rey emérito y realizados de forma legítima.

Las instrucciones recibidas por los agentes de seguridad, son las de atajar de raíz esta forma de "vandalismo", y para ello no tendrán que avisar o impartir advertencias, sino que podrán multar a cualquier persona que sea sorprendida mientras utiliza un rotulador, aerosol o cualquier otro medio. Esta medida se extenderá incluso a los agentes de paisano, que la incluirán entre sus prioridades. 

La Guardia Urbana ya lleva a cabo este tipo de protocolos desde hace años, pero ahora pasan a ser una prioridad para los agentes y además, esta medida va acompañada de un posible endurecimiento de las consecuencias. Además de las multas, se abre la posibilidad de condenas penales, quedando en manos de los jueces esta posibilidad, que implica penas por daños a inmuebles catalogados, transporte público o monumentos. 

Esta situación, aunque comprensible debido a los problemas desarrollados en la ciudad en los últimos años, son comprensibles, pero también implica un riesgo para la actividad artística real de la ciudad. 

Queda ahora ver como calan estas nuevas medidas, y como pueden afectar al panorama artístico barcelonés, uno de los más grandes de Europa. 

Barcelona vs Graffiti: Se ha declarado la guerra
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