Big L: ¿Quién mató al rapero de Harlem? El crimen sigue impune

Big L: ¿Quién mató al rapero de Harlem? El crimen sigue impune
Big L fue asesinado en 1999 con 9 disparos en Harlem. Años después, su caso sigue sin resolverse y el rap llora la pérdida de uno de sus grandes talentos.

La historia del asesinato de Big L (Lamont Coleman) ha rondado la escena hip-hop por décadas. Big L nació en Harlem en 1974 y despuntó en los 90 con un estilo lírico único. Firmó con Columbia Records y en 1995 lanzó su álbum debut Lifestylez Ov Da Poor & Dangerous, que lo consagró como promesa del rap. Pero su carrera fue truncada bruscamente el 15 de febrero de 1999: esa noche Big L fue abatido a tiros en su propio barrio de Harlem. A los 24 años, su vida terminó tras recibir múltiples disparos, un suceso que conmocionó a la comunidad del hip-hop y dejó preguntas sin respuesta sobre quién lo asesinó.

¿Quién fue Big L?

Bajo los focos, Big L se ganó fama por sus rimas ingeniosas. Sorprendía en batallas de freestyle con juegos de palabras que pocos podían seguir. De hecho, raperos como Jay-Z y Nas han mencionado el impacto de su talento: Nas llegó a confesar que al escuchar a Big L por primera vez “quedó muerto de miedo”. 

Lord Finesse lo descubrió en 1992 y lo integró al legendario grupo Diggin’ in the Crates Crew (D.I.T.C.). También lideró el colectivo de Harlem Children of the Corn junto a Cam’ron, Mase (Murda Mase) y otros, generando gran expectación en la escena underground. Con este currículum, Columbia lanzó su álbum debut en 1995: Lifestylez Ov Da Poor & Dangerous, un disco que la crítica elogió por sus letras punzantes.

Además de su álbum, Big L dejó varios momentos clave en su trayectoria:

  • 1995: Publica Lifestylez Ov Da Poor & Dangerous, considerado uno de los mejores discos de rap de la época.

  • D.I.T.C. y Children of the Corn: Colabora con estrellas neoyorquinas (Cam’ron, Ma$e, Lord Finesse, etc.).

  • Freestyle legendario: Se volvió famoso por duelos contra rivales como Jay-Z, donde ganaba gracias a su ingenio.

  • Éxito Ebonics (1998): Sencillo callejero que muestra su dominio del argot urbano y lo convirtió en referente de Harlem.

  • Legado póstumo: Murió sin ver su segundo disco, pero dejaron álbumes póstumos (The Big Picture en 2000, entre otros) con grabaciones inéditas.

En resumen, Big L fue una promesa real del rap neoyorquino. Su habilidad para rimar lo colocó en la lista de los artistas más respetados underground, ganándose elogios de medios especializados. Por todo ello, su trágico final impactó aún más a quienes siguieron sus pasos.

El asesinato de Big L

La tarde del 15 de febrero de 1999 parecía otra noche cualquiera en Harlem. A las 8:30 p.m., Lamont Coleman salió de su casa en el barrio (West 139th Street) y fue sorprendido por un tiroteo desde un coche. El rapero recibió nueve disparos mortales (en el pecho y la cabeza) y murió casi al instante.

Su cuerpo fue encontrado cerca del Delano Housing Project, a pocas cuadras del parque donde aprendió a rapear en su juventud. La violencia del ataque —sobre todo el hecho de que el agresor le disparara en el rostro al final— estremeció a los vecinos. Se contó que el asesino era alguien conocido para Big L desde la infancia, aunque nunca ha sido identificado oficialmente.

Las investigaciones apuntaron hacia Gerard Woodley, de 29 años, un amigo de la infancia de Lamont y primo del rapero Cam’ron. Woodley fue arrestado como sospechoso, pero quedó libre por falta de evidencia concreta. De hecho, Woodley enfrentaba cargos federales de drogas en ese entonces, pero nunca se le pudo condenar por el crimen. En resumen: el caso quedó oficialmente cerrado sin culpables.

Nadie sabe con certeza la razón del ataque; incluso la policía señaló que quizás era un “ajuste de cuentas” relacionado con el hermano mayor de Big L, Leroy Phinazee, que estaba preso. En la escena, la única certeza fue el dolor de perder a un joven artista cuando estaba tocando el cielo con las manos.

Teorías en torno al asesinato

Al no haber arrestos ni confesiones, surgieron múltiples teorías sobre el asesinato de Big L. Algunos fanáticos especulan entre lo documentado y las leyendas urbanas:

  • Confusión con su hermano: Una de las primeras hipótesis es que alguien buscaba a Leroy Phinazee, hermano mayor de Lamont, y confundió a Big L con él. Se decía que la venganza habría sido por asuntos de la cárcel, donde Leroy cumplía condena, y que el asesino pudo errar víctima.

  • Firma con Roc-A-Fella: Desde antes del tiroteo corría el rumor de que Big L estaba a punto de fichar con Roc-A-Fella Records (el sello de Jay-Z). Algunos creen que celos o traiciones relacionadas con ese negocio podrían haber precipitado algo.

  • Culpable conocido: El hecho de que Gerard Woodley, un amigo de la infancia, fuera detenido hizo pensar en un móvil personal. ¿Quizá algún malentendido o disputa entre conocidos? Nadie lo supo: Woodley fue liberado por falta de pruebas, y muchos sienten que ese capítulo quedó abierto.

  • Otras hipótesis: Como en todo caso sin resolver, existen teorías más extrañas (venganza de pandillas, error de robo, rumores de discusión con Cam’ron, etc.). Sin pruebas, todas son pura especulación.

En realidad, nadie ha dado la versión final. Los pocos hechos verificados son los disparos en 139th Street y la ausencia de una condena. El misterio alimenta foros y documentales: los fans de rap siguen buscando pistas, repasando entrevistas y escuchando fragmentos de canciones. Pero, hasta hoy, el crimen es un enigma sin cerrar.

Big L recordado para siempre

La vida y muerte de Lamont “Big L” Coleman demuestran que el rap puede alternar gloria y tragedia. Su asesinato, al estilo de otros íconos del hip-hop, fue un golpe doloroso para la cultura musical, pero también reforzó su leyenda. Hoy nadie ha dado todas las respuestas sobre quién o por qué le disparó, pero en cada esquina de Harlem y en cada rima recordamos a Big L.

Su talento brilló con fuerza en Lifestylez Ov Da Poor & Dangerous, y la forma en que murió nos hace reflexionar sobre el precio de la fama y la violencia callejera. En definitiva, la figura de Big L sigue viva: su música inspira, su historia atrapa, y el mundo del rap mantiene encendido el recuerdo de aquel joven genio cuya carrera fue truncada demasiado pronto. Mientras exista hip-hop, lamont Coleman seguirá rimando en cada verso.