sábado. 20.04.2024

Por algo mínimo, por ciertas sensaciones que se captan en determinados momentos para esfumarse y no volver.

Quizás éste no sea un álbum que quede en el recuerdo ni que se sitúe entre lo mejor del año y desde luego es difícil que compita mediáticamente con trabajos recién salidos del horno como los de Young Thug, Vince Staples o Isaiah Rashad. A cambio Ryu nos ofrece un LP donde priman las (viejas) sorpresas, produciéndonos enganches, bucles en nuestros reproductores musicales en temas donde no esperábamos nada más allá de rellenar el silencio de fondo.

Así, este trabajo que comparte título con un capítulo de My Little Pony se inicia con un sampleo desesperanzado del clásico de Pink Floyd, conecta con un interludio ochentero y está surcado por ciertos dejes actuales a la hora de escupir las frases. Y si el primer tema de un álbum debe ser un resumen, una presentación del universo al que vamos a acceder, entonces el MC californiano maneja su arte a la perfección. Después sólo queda desarrollar minuciosamente su propuesta, ametrallándonos con la memoria de los Public Enemy –“The One”–, con el verdadero sentido de aquello que significaba ‘tener funk’ –“Been Doin This”– o con la violencia del bombo y caja que actualmente sólo parecían conservar algunos privilegiados como Necro. Eso respecto a las vocales, tema aparte resultan sus instrumentales o, mejor dicho, sus sampleos, consiguiendo que en un mismo álbum existan temas de bueno rollo –“Happy Days”– junto a la oscuridad interior de ese pop meloso que oculta algo a lo Abierto hasta el amanecer –“The Devil's Got A Plan”– y que el largo siga sonando compacto, como un todo coherente.

Dentro de este contexto no es de extrañar que aparezca Everlast en un tema como “Who's Next (Move)”, con ese aire a festival gratuito al aire libre en un barrio pobre, meneando el litro, la cabeza, la cadera, los pies o lo que quieras. Y por si nos aburrimos existen hallazgos como “Mantis For Lotus”, con una sensibilidad proto country-rap dispuesta a que alguien como Yelawolf la pille por banda y le saque partido.

Sin embargo la nostalgia es peligrosa y sobre todo tramposa, infiel. De ahí que en la segunda parte del álbum nuestra atención se desinfle, desconociendo si el problema recae en el mismo trabajo o en nosotros, pues una vez tenemos la suficiente ración de recuerdos ponemos el piloto automático. En cualquier caso gracias por el regalo.

@eserregeio

Trabajo de la semana: Ryu - Tanks for the Memories (2016)
Comentarios